Muchos son los cambios que sufren las sociedades tras atravesar una crisis, muchas las consecuencias a las que deben enfrentarse y muchas las circunstancias a las que tienen que adaptarse mientras se recuperan.

Ejemplo de ello, son las transformaciones que ha experimentado el modelo productivo del país desde el 2008, año que marcó el paso a un periodo de crisis en el que muchas empresas y puestos de trabajo desaparecieron siendo especialmente afectado el sector de la construcción.

Así como el sector de la construcción, otros que representaban la mayor fuente de empleo, pasaron a ser los de menor crecimiento en los últimos diez años. En cifras del informe de la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE) el sector de la construcción tuvo una pérdida del 24%, la agricultura de aproximadamente un 20%, la hostelería ronda el 11% y el comercio un 10%.

Sin embargo, a pesar de ser los sectores que experimentaron menor crecimiento lograron aumentar la cantidad de autónomos que se desempeñan en ellos. En porcentajes, tenemos que el sector comercio cuenta con alrededor del 22% del total de autónomos, le sigue la agricultura con 11,43% y la construcción con un 11%.

Ahora bien, en cuanto a las profesiones científicas y técnicas el porcentaje se reduce considerablemente con apenas un 2.94% del total de autónomos registrados en el país, luego se encuentra el sector educativo con 1.44% y finalmente las actividades sanitarias y de servicios sociales con un 1.29%.

A pesar de ser estos los sectores que más autónomos habían conseguido emplear, no son los que más han crecido en términos relativos entre 2009 y 2019. Cabe destacar que las actividades inmobiliarias pasaron de 12.300 autónomos a 22.500 en diez años, lo que representa un crecimiento del 83%, el sector de información y comunicaciones un 56%, actividades recreativas y de entretenimiento un 36% y las financieras y de seguros un 14%.

Estos porcentajes reflejan lo que ha ocurrido en la última década mas no quiere decir que exista una base que haga suponer que esta tendencia se mantendrá en los próximos años. Por el contrario, los constantes avances en la tecnología y la modernización son aspectos claves para hacer una proyección de cómo puede volver a cambiar el modelo productivo.

Muestra de estos cambios es el hecho que profesiones y negocios “clásicos” cuentan hoy en día con una generación de relevo cada vez menor. Esto hace suponer que los jóvenes se están abriendo camino en otros campos, que al pasar de los años pueden ser los que representen la mayor fuente de empleos.
Estando en plena era digital, tal situación no debería sorprender, por el contrario, es de esperarse que en un futuro no muy lejano la mayor parte del aparato productivo guarde relación alguna con la tecnología que de una u otra forma está marcando la pauta en este momento y seguramente en los siguientes años.

No queremos decir con esto que otros sectores vayan a desaparecer, sino que quizás existan otros que experimenten mayor crecimiento.