Más de la mitad de las pymes españolas no prevé llegar a la facturación anterior a la crisis de la COVID-19 hasta la segunda mitad del año que viene, y ello contando con que salga la vacuna en la primera mitad del 2021 y sea accesible a todos los grupos poblacionales.
La reducción de ingresos, conlleva la reducción de empleados, y por lo tanto es imposible que la rueda de la economía española la ponga en marcha el consumo interno, ya que si la población está llena de miedos e incertidumbres, por lógica gastará menos en todos los aspectos de su vida.
Se prevé que los ERTE se prolonguen hasta final de año, por no decir que lo que piden los agentes sociales es que se prolonguen hasta mediados de 2021. Algunas de las facilidades que se les han dado a los empresarios es el aplazamiento de los impuestos, junto con los ERTE, y demandan que estas medidas se alarguen en el tiempo para poder sobrellevar el impacto de esta crisis.
Pero hay que tener en cuenta que muchas de estas empresas, aunque se hayan beneficiado de estas ayudas han tenido que hacer inversiones, sobre todo en el campo de la digitalización, ya que si han intentado seguir trabajando han tenido que recurrir al teletrabajo, y en muchos casos al desarrollo de páginas web en las que poder ofrecer sus servicios.
Es cierto que el estado de alarma y las medidas adoptadas para hacer frente a la nueva normalidad, han afectado de diferente manera dependiendo de los sectores de los que hablemos, en este sentido las caídas en el sector hostelero rondan un 90%, mientras que asesorías y despachos de abogados se vieron desbordados por el trabajo a realizar.
La realidad es que ha llegado el otoño, la segunda ola de Covid-19 está con nosotros y tenemos que afrontar esta difícil situación, mejorando en nuestro trabajo a distancia, y haciendo que mejore la productividad de nuestros empleados. El sistema es imperfecto, y hay que mejorarlo, pero de momento hay que seguir trabajando, ya que aunque imperfecto, el sistema sigue funcionando.